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Memoria del paisaje – Bitácora ilustrada

12 diciembre, 2017
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21 marzo, 2018
Colchane
9 septiembre, 2017

Memoria del paisaje/ bitácora ilustrada es un recorrido a través del dibujo por la zona cordillerana de la comuna de Pinto, la bio- diversidad presente en este territorio representa un importante testimonio de vida, que es posible apreciar en su geografía, en el contacto con sus árboles, plantas y animales y de manera más sutil en las diversas formas en que estas se relacionan y que este espacio contiene.

Las interacciones de este lugar con las personas que lo habitan han sido siempre dinámicas y cambiantes, imaginar como concebían el territorio el pueblo nómade de los chiquillanes, o la búsqueda de medicina que trajo a frailes y enfermos a curarse con las aguas minerales cordilleranas, los caminos trazados por esquiadores y montañistas, o el diario vivir de campesinos, campesinas y arrieros. En todos los vínculos posibles, lo que ocurre es la experiencia, vivir a través del cuerpo la naturaleza y crear de este modo un mapa personal de lo vivido.
Memoria del paisaje propone un nuevo vínculo, en este caso, a través del dibujo, como herramienta y puente de observación, y a su vez de conexión con el medio, dibujar el camino de encuentros con especies nativas en el bosque cordillerano, tomando a través de un trazo simple, pequeños elementos como son árboles, hojas, ramas y aves contenidos en esta bitácora, las que se dejan entrever por medio de capas, para ilustrar, como memoria y registro, segmentos del paisaje observado.
Las especies dibujadas en este trabajo son aquellas surgidas de este encuentro, a través del camino recorrido en otoño del 2017 en el Valle Las Trancas, provincia de Ñuble, región del Biobío, Chile, territorio perteneciente a la reserva de la biosfera “Corredor Biológico Nevados de Chillán Laguna del Laja”.

Rayen Pérez Burgos, Artista visual


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Ñirre / Nothofagus antarctica
Hojas de Roble / Nothofagus obliqua

En otoño las hojas del ñirre, la lenga y el roble, adquieren colores amarillos, rojizos y anaranjados, estas se van cayendo con el viento y las lluvias a medida que se acerca la temporada de invierno.
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Alstromeria, Liuto, Amancay / Alstroemeria aurea
Coihue / Nothofagus dombeyi

La alstromeria es una flor que crece bajo bosques de Nothofagus, y en especial en terrenos donde la tierra o las piedras están en constante movimiento. Sus flores naranjas tienen una raíz tuberosa, que los pueblos indígenas consumían como alimento, esta recibía el nombre de liuto.
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Roble / Nothofagus obliqua
Rayadito / Aphrastura spinicauda

El rayadito es una pequeña ave que se alimenta de insectos entre las ramas de los árboles, suelo y arbustos.
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Coihue / Nothofagus dombeyi
Carpintero negro / Campephilus magellanicus

Los pájaros carpinteros generalmente se ven en parejas, la hembra se distingue del macho porque este tiene la cabeza de color rojo intenso. Se puede escuchar en el bosque su canto acompañado del sonido característico de golpes de martillo que ejerce con su cabeza y pico sobre los árboles. Es la forma que tienen de alimentarse de pequeños gusanos e insectos.
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Carpintero negro/ Campephilus magellanicus
Hojas de Maqui / Aristotelia chilensis

El maqui tiene diversas propiedades antioxidantes, analgésicas y nutritivas, en verano da un fruto comestible de color negro. La infusión de las hojas ayuda a bajar la fiebre, reducir molestias a la garganta y sanar heridas.
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Tronco Radal / Lomatia hirsuta
Radal pequeño / Lomatia hirsuta
Hojas detalle Radal / Lomatia hirsuta

Entre los árboles que crecen en el valle, el radal es fácil de reconocer en otoño, ya que es de los árboles que conservan sus hojas color verde claro. Se sabe que este árbol tiene propiedades pectorales y antiinflamatorias por lo que es usada para tratar problemas a los bronquios, asma y tos. .
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Roble / Nothofagus obliqua
Peuquito / Accipiter chilensis

El peuquito tiene patas y ojos amarillos, se alimenta de insectos, aves y roedores. .
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Zarzaparrilla / Ribes trilobum
Hojas zarzaparrilla / Ribes trilobum

En verano la zarzaparrilla da frutos comestibles, además se pueden utilizar sus hojas con fines medicinales. .
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Quila / Chusquea quila

No todos los años florece la quila, cuando esto ocurre, cada 15 a 20 años, germinan sus semillas y luego la planta muere. Existe la creencia que cuando florece este arbusto no será un buen año. .
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Chilco / Fuchsia magellanica
Picaflor / Sephanoides sephaniodes

Se puede ver al picaflor mover sus alas con mucha rapidez, de forma intermitente posarse sobre las ramas de los árboles o sostener su vuelo en el aire para alimentarse del néctar de las flores. .
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Costilla de vaca / Blechnum chilense
Arroyo cordillerano

El helecho costilla de vaca se encuentra cercano a cascadas y arroyos en terrenos sombríos y húmedos. .
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Hojas de Lenga / Nothofagus pumilio
Jilguero / Spinus barbata

El jilguero busca las semillas entre las ramas de árboles, se puede reconocer por su canto, sus plumas de color amarillo y su cabeza negra. .
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Maitén / Maytenus boarea
Hojas de Maitén / Maytenus boarea

El tronco del maitén es gris y de textura lisa, sus hojas son verde claro, brillantes y de pequeño tamaño. El cocimiento de sus hojas es febrífugo, purgante e indicado contra los trastornos producidos por el litre. .
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Quinchamalí / Quinchamalium chilense
Doradilla, Helechito de roca / Cheilanthes glauca

La paramela, el quinchamalí y la doradilla son plantas utilizadas por sus propiedades medicinales. Su forma, color y aroma las hacen reconocibles entre los diversos arbustos presentes en laderas de cerros, junto a arroyos o creciendo sobre las rocas. .
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Paramela / Adesmia emarginata
Quinchamalí / Quinchamalium chilense

Se preparan infusiones con el quinchamalí o la paramela, para aliviar enfriamientos, gripe, dolores de estómago entre otros malestares. .
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Pitío/ Colaptes pitius

El pitío es un pájaro carpintero que se puede reconocer fácilmente al escuchar su sonido característico. Su nombre común es una onomatopeya de este canto: “pitío-pitío”.
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Chaura, Murtillo, Murtilla / Gaultheria phillyreifolia
Roble / Nothofagus obliqua

En la rama del roble crece un liquen llamado barba de viejo, mientras en el sotobosque, es común ver chaura o murtilla, la que en otoño da frutos dulces comestibles.
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Tronco de Ñirre / Nothofagus antarctica
Tiuque/ Milvago chimango

El tiuque se detiene sobre árboles, donde puede tener una visión amplia e identificar pequeños pájaros, roedores, lagartijas o insectos para cazar.
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Michay, Calafate / Berberis darwinii
Minero cordillerano / Geositta rufipennis

Se puede ver al minero cordillerano en laderas expuestas al sol, también es posible encontrar michay o calafate, pequeño arbusto de frutos comestibles que en sus ramas presenta espinas.
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Cóndor / Vultur gryphus
Nevados de Chillán, cordillera de los Andes

Las alas del cóndor pueden alcanzar hasta 3,5 metros, le permiten planear durante horas aprovechando las corrientes de aire ascendentes. En edad adulta se distingue por el collar de plumas blancas alrededor del cuello.
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El dibujo como paisaje emocional en el cual se habita


El dibujo pareciera siempre transitar por un espacio intermedio entre el fonema y la palabra que nombra. Pero a la posibilidad de esta última, y su síntesis arborescente, la compulsión gráfica resulta notoriamente distinta e incompleta. En sus varios tipos el dibujo tiene siempre la apariencia de algo parcial e inacabado. Su estado versa de pendiente, detenido en un constante presente. Por ello, a la apertura formal de su técnica, es el acto de dibujar y no su contenido formal el que resulta primariamente interesante. Dúctil, rudimentario e iniciático, así como se piensa se dibuja. Lo que se sabe, lo que se ve, pero también para ver lo que se sabe y para saber lo que se ve. Así en la intención de comprender su discurso, lo que dice o enuncia, no debiera omitirse la transacción que lo sustenta: convertir el pensamiento en una rúbrica del cuerpo. El dibujo no es un mero resultado estético, desde sus inicios nunca lo fue, sino también la pronunciación posible para una lengua sin hablantes, pero plena de escritores. Sea trazo abstracto o figura de algo, la decisión por el fragmento que representa no es sino un conjunto de decisiones para convenir la forma de la idea, aplicando a ésta una forma útil, creíble o posible. Una conciencia que crea siempre excluyendo, seleccionando omisiones y dejando un total resultante de ellas. Esa transacción, síntesis de desplazamiento y dimensión, nace de la intensión demasiado humana de darle al pensamiento una piel con la cual envejezca.
En “Memoria del paisaje” el trabajo de Rayén Pérez Burgos se instala desde esta noción de dibujo cuando elige situarse en el bosque cordillerano de la región de Biobío, por medio de la experiencia de habitar allí observando las relaciones del entorno. La idea es tensionar la noción de rescate patrimonial, evidenciando la imposibilidad de los medios técnicos habitualmente utilizados para su registro, que terminan construyendo un relato más de sí mismos que de la experiencia que el territorio verdaderamente otorga. Así el dibujo se usará como un vehículo de relación entre artista y territorio, descartando otra intención mayor. Una metodología con la que busca hacerse un sitio y espacio en los lugares, por medio de la reiteración y la persistencia del acto de dibujar para entrar en una relación personal con las cosas. El dibujo se vuelve así un paisaje emocional en el cual se habita y al cual se vuelve para enfrentarse a las cosas observadas. Mapas para reingresar en la experiencia a manera de pasajes/paisajes de la memoria. Situaciones, momentos e incidentes, dimensiones sonoras, cromáticas y hápticas seguramente son mejor descritos con palabras, por lo que el registro del ecosistema no pasa por su rescate en el papel
compitiendo en señal con las posibilidades de la fotografía o el video. Queda claro que el resultado no podrá conjurar jamás los llamados del día y hora en que fueron hechos, materias a la que la artista no quiere renunciar, pero abandona, y a las que volverá luego, resolviendo con operaciones de extracción y montaje en la materialidad final de la obra, la bitácora ilustrada.
En ella no se utiliza el dibujo ni como objeto académico de transcripción científica ni cuerpo sensible de expresividad técnica. No hay una erótica en ello. Simplemente se muestran animales, árboles y plantas como una enunciación leve, fragmentada, separada y privada de toda sensualidad. La idea es insinuar la imposibilidad de restituir la dignidad de lo vivo por medio de operaciones de rescate, y este es el conflicto del que se hace cargo el trabajo. Es por ello que la omisión del contexto, el fondo del dibujo, lejos de mitigarse se patentiza obsesivamente con un vacío pesado que no explica las figuras sino justamente lo contrario, las vacía y se- para, reduciendo el cuerpo de la naturaleza al económico cuerpo del papel. Escindiendo las imágenes de su espacio original para reunirlas descontextualizadas en el discurso otra cosa, también se cuestiona la idea del arte como editorialidad de una memoria y la del artista como un productor de estos contenidos. Este adelgazamiento semántico se acentuará con la confección de un libro catálogo de especies, donde por medio de descalces, variaciones y montajes, esa esencia se acomoda en una nueva realidad. Una nueva naturaleza ahora estética, ahora artificio. No es posible mostrar las cuestiones experimentadas, y ante eso la operación es reafirmar el despojo que el dibujo hace: enjaular figuras, confinar restos, separar cuerpos.
Estas operaciones hacen eco de cierto rasgo de peregrinación presente en el método y fin del trabajo. La obra es finalmente una serie de visitas al paisaje donde se dan encuentros con personajes notables de nuestro ecosistema cordillerano. Demanda, extensible a todos, de confrontar la idea de algo con la experiencia de algo. Una vez al menos, durante la vida, reunirse con un cóndor, un radal, un rayadito y no quedarnos con la imagen puramente retiniana de ellos. Práctica de la devoción cristiana que durante la Edad Media demandaba la veneración de reliquias. En el acto físico del peregrinar se completaba el cuerpo venerado y por medio del contacto directo, la extenuación emocional lo restituía como cuerpo social. Insinuación a una actualidad donde los nuevos al- tares con sus reliquias vivas resultan ser los espacios naturales. Vírgenes, protegidos o en riesgo de vulneración, los territorios patrimoniales son promocionados como franquicias turísticas por su liberación mundana y portadora celestialidad. Hasta allá se concurre devocionalmente a encontrar algo que se presume en falta o que se presenta allí en mayor dignidad. Eso otro de lo que la naturaleza también nos surte: silencio, confines, pérdidas y extrañamientos.

 
Juan Carlos Gourdet Artista visual / Docente